Allá en la infancia, supe que China era un país que estaba al otro lado del
Uruguay y se podía llegar allí si uno tenía la paciencia de cavar un pozo bien hondo
Después, algo aprendí de historia universal, pero la historia universal era, y
sigue siendo, la historia de Europa. El resto del mundo yacía, yace, en tinieblas.
China también. Poco o nada sabemos del pasado de una nación que inventó casi
todo.
La seda nació allí, hace cinco mil años.
Antes que nadie, los chinos descubrieron, nombraron y cultivaron el té.
Fueron los primeros en extraer sal de pozos profundos y fueron los
primeros en usar gas y petróleo en sus cocinas y en sus lámparas.
Crearon arados de hierro de porte liviano y máquinas sembradoras,
trilladoras y cosechadoras, dos mil años antes de que los ingleses mecanizaran
su agricultura.
Inventaron la brújula mil cien años antes de que los barcos europeos
empezaran a usarla.
Mil años antes que los alemanes, descubrieron que los molinos de agua
podían dar energía a sus hornos de hierro y de acero.
Hace mil novecientos años, inventaron el papel.
Imprimieron libros seis siglos antes que Gutenberg, y dos siglos antes que
él usaron tipos móviles de metal en sus imprentas.
Hace mil doscientos años inventaron la pólvora, y un siglo después el
cañón.
Hace novecientos años, crearon máquinas de hilar seda con bobinas
movidas a pedal, que los italianos copiaron con dos siglos de atraso.
También inventaron el timón, la rueca, la acupuntura, la porcelana, el
fútbol, los naipes, la linterna mágica, la pirotecnia, la cometa, el papel moneda,
el reloj mecánico, el sismógrafo, la laca, la pintura fosforescente, los carretes de
pescar, el puente colgante, la carretilla, el paraguas, el abanico, el estribo, la
herradura, la llave, el cepillo de dientes y otras menudencias.Espejos. Una historia casi universal. Eduardo Galeano.
Fotografia: Sheying.
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