En el año 1948, David Seymour (Chim) recibió el encargo de UNICEF de fotografiar los
efectos de la Segunda Guerra Mundial sobre los niños. Para ello el fotógrafo viajó por Austria, Italia,
Polonia, Hungría y Grecia.
La desolación externa no siempre combinaba con la alegría y la esperanza de esas personitas que no llegaban a su cintura, la mayoría sin padres, sin ningún tipo de vínculos familiares; los niños habitaban los hospitales, los reformatorios, vivían en campos de desplazados o en la calle. Andaban, jugaban, vivian entre ruinas, muchos ejercían la prostitución o robaban, eran juzgados en el Tribunal de Menores. La desolación exterior combinaba perfectamente con muchas de aquellas pequeñas almas, niños rescatados de campos de concentración, niños que estuvieron a punto de morir. Chim nos entregó un extraordinario trabajo.
Revista Fotográficas Oleográficas: http://www.facebook.com/fotograficas.oleograficas?ref=tn_tnmn
Es un documento extraordinario, que vislumbra un poco de esperanza.To ser humano debiera ver estas imágenes para que se pregunte si querría ver a un hijo así.
ResponderEliminarNotable. Muchas gracias por traer esto al presente
ResponderEliminarIncreíble, de solo verlas duele en el alma, y el corazón llora, ahora para mitigar ese dolor y llanto debe crecer en mi el amor al projimo...
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