viernes, 25 de noviembre de 2011

Las Cruzadas

A lo largo de más de un siglo y medio, Europa lanzó ocho Cruzadas rumbo a las tierras infieles de Oriente.
El Islam, que usurpaba el santo sepulcro de Jesús, era el remoto enemigo. Pero de paso, como les quedaba en camino, estos guerreros de la fe aprovechaban para limpiar otros mapas.
La guerra santa empezaba por casa.
La primera Cruzada incendió las sinagogas y no dejó ni un solo judío vivo en Mainz y en otras ciudades alemanas.
La cuarta Cruzada salió hacia Jerusalén, pero nunca llegó. Los guerreros cristianos se detuvieron en la cristiana Constantinopla, ciudad opulenta, y durante tres días y tres noches la saquearon todita, sin perdonar iglesias ni monasterios, y cuando ya no quedaban mujeres por violar ni palacios por vaciar se quedaron a disfrutar del botín y olvidaron el destino final de su sagrada empresa.
Pocos años después, en 1209, otra Cruzada se inició exterminando cristianos en suelo francés.
Los cataros, cristianos puritanos, se negaban a aceptar el poder del rey y del Papa y creían que toda guerra ofendía a Dios, incluyendo las guerras que se hacían, como las Cruzadas, en nombre de Dios. Esta herejía, muy popular, fue extirpada de raíz. De ciudad en ciudad, de castillo en castillo, de aldea en aldea. La más feroz matanza ocurrió en Béziers. Allí fueron todos pasados a cuchillo. Todos: los cataros y los católicos también. En vano algunos buscaron refugio en la catedral. Nadie se salvó de la degollatina general. El tiempo no daba para distinguir quién era quién.
Según algunas versiones, el arzobispo Arnaud-Amaury, duque de Narbona, delegado del Papa, lo tenía claro. Mandó;
Mátenlos a todos. Ya sabrá Dios reconocer a los suyos.


Espejos. Una historias casi universal. Eduardo Galeano.
Pintura de Eugene Delacroix.

Las cruzadas en Constantinopla. E. Delacoix

No hay comentarios:

Publicar un comentario