Anudados en infinitos enigmas estamos presentes en una inmensidad desolada. Divagamos, discurrimos, buscamos con ardoroso anhelo un “algo” a qué aferrarnos para sostener nuestra presencia. Y, sin embargo, ese “algo” que buscamos nos amenaza a cada instante con ser él mismo abismado, con estar él mismo divagando; con carecer de fundamento. Entonces nos asalta el vértigo de la presencia y la búsqueda inútiles. No obstante, en algunos espíritus melancólicamente intrépidos la pérdida de lo buscado no es la pérdida de la búsqueda misma (…)
El pensar trágico: Un ensayo sobre Nietzsche de Crescenciano Grave
Fotografía: Antartida 1911 by Frank Hurley
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